Llegó la hora cero
Como periodista de más de 30 años de experiencia en los medios, que estudié y he trabajado en el escenario político y socioeconómico de las pasadas cuatro décadas, en que no olvido que mi primer salario por hora como empacador en un supermercado cooperativo era $2.30, he sido testigo de que a pesar de ser una Isla de 100 x 35, en los pasados 40 años hemos vivido o aparentado vivir con las pretensiones financieras de un continente.
Lo que fuimos y hemos sido a lo largo de poco más de cinco siglos es una colonia de España y en los últimos 117 años de Estados Unidos. Históricamente, las colonias han sido saqueadas por los colonos…
De exportadores de azúcar a precios de pescado podrido, en tiempos de la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia nos convertimos en un punto militar estratégico en el Caribe, justificado en parte por la Cuba comunista, apadrinada por la Unión Soviética.
Los cuatro puntos cardinales de la Isla fueron sitiados por el Ejército de Estados Unidos, con bases en Aguadilla, Ceiba, Sábana Seca, Juana Díaz, y campos de tiro en Culebra y Vieques. Eran los días en que salir a pasear un domingo con nuestros padres garantizaba tropezarnos con vehículos militares que iban y venían, como protagonistas poderosos de nuestra Islita, que no pocas veces parecía estar ocupada militarmente por una Nación que no hablaba ni habla nuestra lengua vernácula y que, aparte de saquear nuestra economía a través de unas leyes de cabotaje mezquinas, unilaterales y arbitrarias, destruía nuestro medio ambiente y recursos naturales y teñía de luto miles de familias puertorriqueñas cuyos hijos derramaron su sangre en Corea, Vietnam y en tiempos recientes en Irak y Afganistan.
Sí, la milicia aportaba algún bienestar a nuestra economía, pero era demasiado más el malestar…
Tras ser explotada agrícola, económica y ecológicamente, la explotación mayor fue moral y espiritual. Aunque éramos y somos ciudadanos americanos, pagamos el alto precio de la dignidad pisoteada por la institucionalización de un racismo étnico y antropológico. Los puertorriqueños, como en un tiempo lo fueron los negros del sur de Estados Unidos, siempre fueron considerados ciudadanos de segunda… Y como ciudadanos de segunda, hemos sido educados y tratados por la Nación estadounidense durante muchas décadas.
Como diría Albert Memmi, en su Retrato del Colonizado, la metrópolis ha destruido sistemáticamente la autoestima y orgullo nacional, polarizando al país en dos amplios bandos: los penepés y pepedés y ampliando la brecha de la división social con la propaganda religiosa protestante.
34 cumbres ante el Comité de Descolonización de la ONU no han sido suficientes para que el Congreso atienda en sus méritos el asunto de PR y su derecho a la libre determinación e independencia. Por razones obvias: las divisas que, incluso al día de hoy, aun obtiene por nuestra condición colonial-territorial.
Estados Unidos se ha beneficiado y también los partidos PPD y PNP que se han intercambiado la administración doméstica de la colonia durante las pasadas cinco décadas. Desde la metrópolis han saqueado, pero desde aquí también. Y hemos llegado al colmo: el país, bajo el Estado Libre Asociado, quebró y no hay garantías de que pueda salir a flote en los próximos diez o quince años, dejando como herencia a nuestros hijos, nietos y bisnietos una estructura financiera quebrada, en el escenario neoliberal de una lucha de clases en que muchos de los políticos que se han intercambiado el poder se han enriquecido, a costa de una clase media que se empobrece cada día más…
Explotó la burbuja multimillonaria… Aumenta el costo de la vida con el IVU agrandado del 11.5% que hoy entró en vigor; sin pesar en el del 4% que se impondrá según legislación a una diversidad de servicios que antes estuvieron exentos; se anticipan nuevos recortes e impuestos; se avecinan despidos; aumentos a las tarifas de energía eléctrica; se limita el acceso a servicios médicos dignos para nuestros ancianos y pobres… Comenzó la cuenta regresiva de la desintegración de Borinquen…
Ha llegado la hora cero. Llegó el momento de poner la acción en la afirmación. Si usted, Señor Gobernador, ha dicho que TODOS nos debemos sacrificar, comience metiéndole mano a la oligarquía que controla este país…
No se puede permitir que se acentúe más la brecha entre ricos y pobres… Eso es inmoral. Si TODOS nos debemos sacrificar, comience por cortar grasa en la Fortaleza, en la Legislatura, las agencias y corporaciones públicas…
Cierre la PRFAA; consolide agencias; formule enmiendas a la Ley de Municipios Autónomos y consolide ayuntamientos por distritos; reduzca el tamaño del aparato gubernamental; cancele los contratos millonarios a asesores y cabilderos; confíe en la competencia del recurso humano local y ahórrese la millonada que le ha pagado a Lisa Donahue y Anne Krueger…
Redúzcase su salario; renuncie a sus privilegios; póngale fin a los banquetes en la Fortaleza. Administre lo que queda de Puerto Rico en comunión con la Verdad, no con el velo de la demagogia, la propaganda, las relaciones públicas, la mentira y la comedia…
El Estado Libre Asociado se desplomó. El ELA se murió. Y la nación que por los pasados 117 años nos ha saqueado agrícola, industrial, militar, económica y moralmente ahora nos dice: sálvense si pueden…
Usted pasará a la historia como un gobernante sin carácter; como una marioneta manejada a su gusto por los dueños del circo y por los tecnócratas y oligarcas que financiaron su campaña…
Al menos, le debemos agradecer dos cosas: que le haya filtrado la noticia de la insalvable bancarrota del País al New York Times y que el mundo entero ahora mismo tenga su mirada sobre el país que una vez fue un Puerto Rico y hoy es un Puerto pobre, saqueado económica y moralmente.
Y segundo: que comprendamos que esta debacle no la mitigará el PNP cuando gane las elecciones del 2016, sino que la reconstrucción de la saqueada colonia está en las manos del pueblo trabajador, sin alusión a colectividad política alguna.
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jaimetorrestorres 